La vida del rencoroso (Fanfiction de "El indulto")
Nadie le creía, pero el estaba totalmente seguro de lo que había visto. Aquel monstruo, su propio progenitor, había asesinado a su madre. Al tener tan corta edad sus relatos pasaban desaparecidos ante la justicia y, para colmo, la muerte de una mujer de tan bajos recursos no era una noticia relevante y era tomado como un hecho curioso que hablaban las vecinas chismosas.
Samuel creció con un rencor y una sed de venganza debido a todo esto, su infancia y adolescencia fue un martirio, no tuvo figura paterna ni materna. Se ganó la vida solo, mendigando por las calles y haciendo trabajos duros que no le pagaban nada bien desde pequeño. Jamás quiso cometer ninguna clase de delito, a pesar de que su situación lo ameritaba en ocasiones, ya que tenía en su memoria los actos atroces que había cometido su padre y no quería terminar en la misma posición que el.
Pasó muchos años viviendo este destino desgraciado, hasta que un día, caminando por las calles de Marineda se encontró con un reclutador del ejército y desesperado por tener una mejor vida no se lo pensó dos veces y decidió apuntarse a esto. Gracias a su voluntad y perseverancia, el esquelético chico pudo quedar a pesar de no contar con las requeridas aptitudes físicas.
Los años transcurrieron y el joven creció fuerte y como un militar condecorado reconocido en el ejército por su gran valor. Un día, tomándose unas vacaciones, Samuel decidió pasar por el pueblo en donde creció. Mientras paseaba relajado por sus calles halló a su repugnante padre, borracho fuera de un bar de mala muerte. En esos momentos los ojos se le llenaron de furia y lo único en lo que pudo pensar fue en su difunta madre, en la manera en la que había sido brutalmente asesinada y en como su padre huyó cobardemente luego de eso.
Sorprendemente, en lugar de abalanzarse sobre el y asesinarlo decidió invitarle una copa. Ambos entraron al bar y a pesar de no reconocer a su hijo el hombre aceptó, ¿que borracho no aceptaría un trago? Así pasaron horas tomando sin que salga una sola palabra de sus bocas hasta ya era de madrugada. Luego salieron del bar, y el borracho anonadado por tanta benevolencia del extraño decidió preguntarle amablemente su nombre. El joven habiendo esperado ese momento durante toda su vida, respondió tranquilo:
- Soy Samuel, ¿acaso no me recuerdas padre? - mientras desenvainaba su afilada cuchilla...
Serena Seguel, Nicolas Albarracin, Hepzibah Burgos
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