Oscura liberación

Oscura liberación

Cuando apareció la primera noche, simplemente inmóvil sumido en la oscuridad, con su largo cuello desdibujado hacía un lado debido a su gran altura, su escuálido cuerpo y ese gran sombrero de gala que parecía estar adherido a esa cabeza sin forma aparente, nunca imaginé las consecuencias de haberle mirado, de haber abierto mis ojos.

No podía moverme, no podía gritar, no podía llorar, solo respirar y permanecer observando esa figura. No recuerdo cómo desperté esa vez, pero si recuerdo que no pude pararme de la cama.

 Está situación se repitió y noche tras noche se acercaba más a mí, hasta la sexta noche, si fue la sexta desde el comienzo del calvario, todo se vino abajo, lo que me susurró al odio esa noche, jamás se me olvidará. Matarlos, matarlos eso quería, tenía una voz poco humana, apenas entendible, pero basto para que me paralizara la sangre.

¡YO TEMÍA! Luego de ese suceso, no logré dormir, me encontraba sumamente aterrorizado, no quería volver a verle.

Al pasar los días mis ojeras llegaban a la circunferencia de mis mejillas, desvariaba por la falta de sueño y empecé a verlo aun cuando no estaba dormido.

El alargado se había empecinado en atormentarme. Se preocuparon, pero fue en vano, nada podían hacer, se me hizo insoportable, temía por ustedes, porque su muerte sea tan… tan... repugnante que no pudiese ni reconocerlos.

No estoy muy seguro cuando pero el temor se fue desfigurando en ira, una ira abrasadora, ¿Por qué yo debía sucumbir ante ese terror?, no iba a dejar que eso ganara, no mientras yo pudiese hacer algo, liberarlos…

Primero a mi hermano, con el cuchillo bastó, fue ese cuchillo que te fascinaba de manera escandalosa ¿Era herencia? lo hice rápido y limpio, LO LIBERÉ, luego a mi madre que yacía descansando en su cama, la asfixié con la almohada, la misma almohada con la que dormía, LA LIBERÉ, luego a ti, estabas en tu sillón de ocios, me pareció justo matarte con tu amado utensilio de cocina, pero para tu desdicha resististe el corte, cediendo desplomado a la rechinante madera de nuestro hogar, sé que estas sufriendo, pero fue tu culpa por aferrarte tanto a la vida, seguro fue porque no sabias el destino terrorífico que te esperaba, si seguro fue eso, pero sería peor si te encuentra él… ÉL… El HOMBRE CON EL GORRO DE COPA.

 Por eso lo hice, por eso lo hice… ¿Papá? Porque me miras así, con esos ojos blancuzcos, SI YO LOS MATE, pero fue por su bien… por su bien... yo los LIBERE DE SU TRÁGICA MUERTE. Ahora me toca a mí, lo escucho, viene por mí porque interferí sus planes y lo hice enfadar, pero lo logré… lo logré…


 Brugaletta, Herrera, Maravilla, Scivetti.

Comentarios

Publicar un comentario

Entradas populares