Pared maldita


Era un día soleado de fin de semana y la casa estaba siendo construida a un ritmo galopante, estaba muy contento por poder construir mi casa a una edad tan temprana. Una hermosa casa ubicada en un barrio lujoso de la ciudad. Hoy no esperaba mucho movimiento en la construcción, solo esperaba una descarga de materiales para el concreto de las paredes. Cómo de costumbre, tenía que esperar al camionero que traía los materiales. Oh! Ese maldito camionero, cada que venía odiaba hablar con el porque era buen tipo, pero cuando hablaba el hombre escupía toda mi cara y me daban ganas de coserle la boca con hilo. Ya podía divisar a lo lejos el gran camión llegando al barrio y mientras más se acercaba más asco me daba y menos ganas me daban de recibirlo, pero era algo que debía hacer. Cuando finalmente llegó el vehículo yo ya sabía que esperar y trataría de no hablar con el, pero, fue decirle hola y entonces el maldito hablador comenzó con su asqueroso tormento, hablaba y hablaba y cada vez escupía más, y cada vez me sentía más irritado hasta que llegó un momento que no pude aguantar más y cuando se volteo para descargar los materiales agarre una pala del piso y no lo dudé.

El hombre yacía muerto en el suelo y yo me encontraba tan contento que no pensé en la atrocidad que acababa de hacer. De pronto cuando realice del acto atroz pensé "que voy a hacer con este cadáver" entonces mi mente brillante tuvo la mejor idea. Abrí el barril de cal apagada y arrastrando el cuerpo pesado del muerto lo metí allí y lo deje durante una noche entera, tapado. Al otro día cuando llegaron los albañiles les pedí que hicieran la mezcla del concreto con la cal que ahora estaba viva. Con este concreto levantaron las paredes y con ellas desapareció todo rastro de aquel camionero, mi plan brillante había surtido efecto y esa noche sabía que dormiría mejor que nunca. Cuando estaba conciliando el sueño comencé a escuchar una voz, una voz tortuosa que cada vez se hacia más intensa y más molesta, hasta que no pude aguantar más y comencé a buscar de dónde provenía el sonido, pronto descubrí que aquella voz provenía de la pared de al lado de mi cama.

Loco de aquella voz comencé a derrumbar todas las paredes de mi pieza, estuve toda la noche martillando hasta que no quedó ni una pared y hasta que mis brazos no pudieran hacer nada más, pero no paró, al otro día cuando llegaron los albañiles y presenciaron el desastre preguntaron "¿Patrón, que ocurrió?" Y yo ya desganado les dije "el camionero no se iba a callar hasta que lo sacara de las paredes" y en ese momento fue cuando entendieron el hecho que había cometido.

Albarracin, Seminara, Pérez y Barrera 

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